
Catarina de San Juan, de origen difuso, se presume que no provenía de China, sino de la India, y que pertenecía a la nobleza de su país, de acuerdo a los relatos que ella misma dijera cuando aprendió a hablar español. Parece ser fue raptada a la edad de 12 años por piratas portugueses para ser vendida como esclava en América, ya que para el año de 1620 se había establecido un comercio creciente entre el Nuevo Mundo y Asia y fue vendida a Miguel de Sosa, un hombre influyente de la sociedad de Puebla, quien la acogería como la hija que no tenía. La leyenda dice que Catarina era una bella mujer que observaba modales de una dama y que era prodigiosa con las manos, por lo que podía confeccionar su propia vestimenta. Es así, que conservando su indumentaria de estilo asiático, se paseaba en las calles luciendo orgullosamente sus largas trenzas en coloridos listones, sus blusas con sofisticados bordados, su saya cubierta de lentejuelas y sus sandalias de seda, lo que resultaba sorprendente en una Puebla, que hasta ese entonces, no había conocido tanto color y brillo, por lo que comenzaron a llamarle: “La China Poblana”. Se cree que fue en honor a ella, que las mujeres mexicanas comenzaron a utilizar tonos alegres y a bordar chaquiras en sus faldas. En esa época, mestizas y mulatas, que vestían un atavío como aquel de Catarina de San Juan, se les conocía como Chinas Poblanas, no fue sino hasta 100 años después de su muerte, que dicha vestimenta se popularizó en todo el país. En esa época el atuendo tenía una connotación poco positiva cuando las Chinas Poblanas comenzaron a incluir a sus blusas bordadas, grandes escotes, llegando a ser consideradas mujeres de dudosa reputación. Por otro lado, en una investigación seria de las palabras que componen “China Poblana” se puede concluir que “china” proviene del quechua, significando “niña” y se utilizaba en el siglo XIX para denominar a las muchachas de servicio. Poblano podría provenir, no tanto de ser oriundo de la ciudad de Puebla, sino de un pueblo, por lo que este apelativo pudo haber sido utilizado de manera peyorativa. No obstante, con el paso del tiempo el traje de China Poblana fue adoptado por las señoras de sociedad del país, cuyo porte aristocrático recordaba a las majas españolas, y quienes al bordarle un águila en chaquira a sus zagalejos de satín, convirtieron el atuendo en un símbolo patrio mexicano. La leyenda de Catarina de San Juan ha logrado sobrevivir por siglos. Los restos de esta misteriosa mujer se conservan en la sacristía del Templo de la Compañía de Jesús de Puebla, como un reconocimiento a quien fuera la primera China Poblana.